Jamás fui una chica normal, normal, lo que se dice "normal". No sé a qué viene. Siempre desentonaba con todos.
De grande pasé a ser "rara" para algunas personas, y para otras era "especial". Siempre me gustó ser especial, significa que te destacás por algo, sos única en algo. Pero también de grande aprendí que lo que empieza por ser especial en mí, termina en catástrofe para los hombres. Tengo cierta habilidad para lastimar a los del sexo opuesto. Me adoran por ser especial, y terminan por no querer verme más aunque mueran en el intento. Algunos hasta se autoexiliaron, y los que no, intentaron hacerlo. En mi haber tengo uno que se fue a Brasil, otro que se fue a Japón y uno que se quiso ir a Holanda, pero se quedó. Por mí. Ese es Andrés, mi pareja desde hace 6 años.
Siempre supe que no soy como los demás. Tengo una vista más allá de las cosas. Puedo ver a través del mundo.
O podía. Quise adaptarme a los demás, ser como los demás, y quedé encerrada en mi casa, sin ser especial, sin ser como los demás, sin Ser. Nunca podré ser como los demás. Ese es mi don y mi maldición.
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