miércoles, 6 de enero de 2010

Juegos




Mucho tiempo no duró "lo nuestro", pero el tiempo que duró nos amasijamos por cada rincón de su casa. Como la casa era grande, nos perdíamos de los adultos con facilidad.

Recuerdo haber terminado en la habitación de la madre, en los pasillos, en su habitación, aplastándonos contra la pared con mucha urgencia. Donde nos encontraba el momento, ahí nos matábamos un poco.

Nos hervía la sangre, pero yo no accedía a nada, sólo besos. Como ya dije, el sexo era algo en lo que sólo pensaba, practicaba conmigo a solas, pero no con un chico. No podía concebir la idea de estar con alguien, es más, creo que no sentía la necesidad. Es raro, ahora que lo pienso. Pero me encantaban tanto los besos, que eso era lo máximo, así estaba bien. No iba a ir más allá, eso lo sabía.

Todavía no tenía una idea clara de lo que el deseo puede provocar en un hombre, lo que sienten, lo que los impulsa. Por eso no podía entender cada vez que su mano quería bajar por mi espalda, yo no tenía la misma tentación.

Los tiempos eran otros, y creo que tampoco Marcelo pensaba en el sexo exactamente, sólo con tocarme un poco quizás lo hacía feliz, jaja, pero no pensaba darle felicidad tan fácil. Bueno, quizás un poquito de felicidad le dí, jaja, pero muy poquito. Ese chico debe haber tenido pesadillas conmigo.

Un día fui a la casa y subí para verlo. Era lo normal, lo de siempre, nuestros padres no nos vigilaban porque estaban acostumbrados a que estemos juntos y solos desde chicos. Pero si bien no éramos grandes, tampoco éramos ya tan chicos. Las hormonas nos mandaban y así experimentamos juegos prohibidos.

Subo y él no estaba en su habitación, estaba en la de los padres, tirado en la cama mirando tele. Me ve en la puerta y me llama, me hace un gesto con la mano, como siempre. Pero en ese momento entendí que hasta ahí llegaba mi "amor", la cosa se había puesto un poco seria, y yo sólo quería besarlo. Hubo insinuaciones de su parte, no se sobrepasó, pero algo me dijo que él quería investigar un poco más, y yo no estaba dispuesta a tanto.

Los juegos de chicos cambiaron el rumbo, quizás si lo hubiera llegado a querer como algo más que un amigo hubieran pasado otras cosas, pero no era así, y el día que estuviera con alguien iba a ser por amor, era una determinación que nadie iba a cambiar, ni siquiera mis hormonas alteradas. Mi vieja quería que me case virgen, jajajajaja, no sé que es más gracioso, si el hecho de pensar que yo me puedo casar, o que se esperara que llegara virgen a algún lado por imposición de otra persona. Eso jamás lo dudé, iba a hacer el amor con un chico el día que lo sintiera. Ni mi madre ni nadie iba a decidir eso por mí. No era algo que en realidad me detuviera a pensar a los 14 años, pero sabía que me iba a dar cuenta, ese día iba a llegar y yo lo iba a saber.

A partir de ese entonces, con Marcelo las cosas fueron distintas, nos mirábamos de otra forma, teníamos un secreto que sobrepasaba de los secretos convencionales, y nos empezamos a alejar. Yo porque no quería ceder nada más de lo que daba, y él porque yo no estaba dispuesta a ceder. O eso era lo que yo imaginaba que pasaba.

Nos vimos varias veces más, pero ya no transábamos, y casi no nos veíamos a solas. La mirada del Marcelo de siempre ya no estaba, había otra mirada, no me miraba como su amiga de la infancia, me miraba como mujer.

Comenzó a molestarme más que de costumbre, con bromas pesadas, con boludeces. A él le encantaba bromear, y yo me prendía. Pero sus bromas cambiaron y yo también. En ese momento no entendía qué me pasaba, qué nos pasaba. Creía que había algo "malo" entre nosotros, que nuestro secreto lo había cambiado todo, incluso llegué a pensar que él estaba enojado conmigo, durante años pensé eso. Cuando nos cruzábamos en la casa de la cuñada para estudiar, me miraba mal, casi me ignoraba, y después se la pasaba tirándome papelitos, molestándome, provocándome. La cuñada nos separaba a los gritos, porque no me vas a molestar gratis tampoco. Se comportaba como un boludo, y llegué a no soportarlo. Ahora sé que ya no nos veíamos como pares, nuestros cuerpos habían cambiado, nuestras mentes, éramos de diferente sexo, y eso nos alejaba tanto como nos atraía. Hace poco me enteré que estuvo enamorado de mí, que lloraba con sus padres, con su cuñada, no lo podía creer, no lo puedo creer. Hace poco entendí sus miradas de aquel entonces, su boludez. No sabía cómo comportarse, y me molestaba. Pero yo no concebía eso con el amor, para mí si te atraía alguien, no la molestabas, no la provocabas, eras dulce.

Además nuestras vidas se hicieron más sociales, cada uno con sus amigos, no compartíamos amistades, nos movíamos en diferentes ámbitos. Nunca compartimos ni siquiera el colegio, y con la llegada de la secundaria y el permiso para las salidas, cada uno hacia la suya. Tomamos el rumbo normal que nos impuso la vida. Cuando sus padres venían a mi casa, él no venía, se quedaba con sus amigos, y yo hacía lo mismo cuando mis viejos iban para allá.

Los playmobil quedaron olvidados en alguna caja, en la terraza, sin nadie más que los saque a jugar. Nuestro tiempo de juegos inocentes había terminado.



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4 comentarios:

Cris dijo...

Es como que comenzaron a crecer...
y lo que viene con eso es algo que se llama: elecciones.

Besos

Solo *AnDy* dijo...

Pobre MARCELO se enamoró y vos lo usaste, shegua de mierda!!!!
ajajajajajjaja

Mar dijo...

Cris:
Sisi, comenzaron los cambios, y con ellos las diferencias, las hormonas... me fue difícil entenderlo.

Beso!

Mar dijo...

Jajajajaja, sos una desgraciadaaaa!!! Y yo una shegua, jajaja!!
Pero yo qué sabía!!!! Estábamos jugando, che!!! :D